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¿Cuándo llevar mi Vehículo al Taller Mecánico?

Para saber cuándo llevar tu vehículo al taller hay dos aspectos a tomar en cuenta: la recomendación del Manual de Propietario; y/o si tu vehículo requiere un servicio correctivo, es decir, si presenta señales de descompostura.

Idealmente debes llevar tu vehículo antes de presentar problemas, pero existen pautas generales para llevarlo de forma programada, evitando gastos innecesarios y fallas inesperadas.

 

Servicio de Mantenimiento por tiempo de uso

Cada cuándo debes llevar tu vehículo a Servicio Automotriz varía entre fabricantes. Algunos vehículos tienen requerimientos más estrictos debido a las tecnologías de sus sistemas o para mantener el mejor desempeño, pero en general esta información puede servirte de guía.

Revisión Mensual. Este tipo de revisión es la más general, consiste en verificar el nivel de aceite, de agua para limpiaparabrisas, si funcionan correctamente las luces interiores y exteriores de tu vehículo; así como inspeccionar si los neumáticos están en buen estado, sin rasgaduras, cuarteaduras o desgaste importante.

Revisión Semestral. Esta inspección se concentra en más sistemas y en algunos casos requiere de personal especializado para detectar fallas, te recomendamos acudir a un Taller Quick Lane® para asesoría personalizada.

Entre los sistemas que son atendidos al llegar a este intervalo de servicio, se encuentran:

  • Conexiones de Batería: si se requiere limpieza o reemplazo total del acumulador.
  • Nivel de Líquido Anticongelante: verificar el correcto funcionamiento del Sistema de Refrigeración.
  • Funcionamiento de los limpiaparabrisas y rociadores.
  • Comprobar testigos y estado de frenos, bolsas de aire y cinturones de seguridad.
  • Correcto funcionamiento del Freno de Mano.
  • Orificios de drenaje de carrocería y puerta para detectar obstrucciones. Limpiar si es necesario.
  • Gomas y molduras desgastadas en puertas.
  • Bisagras y cerraduras exteriores para su correcto funcionamiento.

Revisión Anual. Este tipo de inspección puede incluir sistemas que no requieren una supervisión tan frecuente, pero que son cruciales para la seguridad y el funcionamiento óptimo de tu vehículo. Estos son algunos elementos que deben ser revisados:

  • Sistema de escape: Comprobar si hay fugas, daños o corrosión que puedan afectar el rendimiento del vehículo.
  • Amortiguadores y suspensión: Verificar el estado y funcionamiento para una conducción estable y segura.
  • Alineación y balanceo: Corregir cualquier desalineación para evitar el desgaste irregular de los neumáticos y mantener un manejo preciso.
  • Filtros de aire y de cabina: Reemplazar si es necesario para asegurar la calidad del aire que ingresa al motor y al interior del vehículo.
  • Sistema de iluminación interior y exterior: Reemplazar luces fundidas y comprobar la correcta alineación de los faros.

 

Llevar tu vehículo por kilometraje

Este mantenimiento no cuenta con un estándar porque los fabricantes del vehículo o piezas suelen recomendar distintos kilometrajes dependiendo de los requerimientos y rangos de garantía o durabilidad. Sin embargo, estos son los kilometrajes más comunes por sistema, a la hora de recibir mantenimiento:

  • Cambio de aceite: 12,000 a 16,000 kilómetros para uso normal; 4,000 a 8,000 kilómetros para uso severo
  • Cambio de Filtro de Aire de Cabina: 32,000 kilómetros
  • Cambio de Anticongelante: 160,000 kilómetros
  • Cambio de Bujías: 160,000 kilómetros
  • Cambio de Fluido de Transmisión: 240,000 kilómetros

 

Llevar tu vehículo cuando falla

La forma menos recomendable de acudir al taller mecánico es cuando el vehículo ya presenta fallas, pues usualmente alguno de sus componentes se encuentra comprometido y podría afectar la seguridad de tu conducción. No obstante, las señales más comunes son:

  • Testigo de advertencia en el tablero.
  • Ruidos inusuales al arrancar o durante la conducción que pueden indicar problemas en el motor o en los sistemas auxiliares.
  • Pérdida de potencia o respuesta tardía al acelerar, lo que sugiere posibles problemas con el sistema de combustible o la transmisión.
  • Humo excesivo del escape, que puede ser un signo de un motor quemando aceite o de problemas en el sistema de emisión.
  • Vibraciones al conducir a ciertas velocidades o al frenar, lo que podría indicar problemas con los neumáticos, la suspensión o los frenos.

En conclusión, la mejor estrategia para mantener tu vehículo en óptimas condiciones es realizar revisiones como lo indica el fabricante o un especialista, poniendo énfasis en el mantenimiento preventivo.

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